Una aproximación a la obra de Antoni Gaudí
De la Física a la Arquitectura
INTRODUCCIÓN
Con este artículo quisiera relatar cómo fue mi experiencia personal al encontrarme por primera vez con la obra de Antoni Gaudí en la ciudad de Barcelona. Experiencia que fue convirtiéndose, desde una apreciación ligera de colores y curvas a un encuentro con una arquitectura llena de significado, que realmente se ganó mi emoción.
DEL AZAR AL FUNDAMENTO
Mi recorrido comenzó en el Park Güell, para continuar en la Casa Milà [1] y culminar en la Basílica de la Sagrada Familia. Como primera impresión pude captar y entender la arquitectura que me rodeaba como si se tratase de un juego. Me refiero por ejemplo, a la libertad de la forma, del color y material, la ruptura eventual de las lógicas, como riéndose de ellas, y al atrevimiento de romper esquemas tan clásicos como el de una sala hipóstila [2]. Hasta aquí una arquitectura lúdica, intrigante y divertida. Pero luego, avanzando en mi recorrido, comencé a entender que más allá de las apariencias, había razones profundas para tomar cada decisión de diseño.
LA FORMA
La primera de las ideas que vino a mi mente fue que la forma de los elementos, rozando la arbitrariedad, era más bien una respuesta fiel a su función física y estructural. De esta manera, la libertad para representar y materializar estaba regida nada menos que por las leyes físicas y, por medio de la forma arquitectónica, alcanzaba la magnificencia admirable a nuestros ojos. Comencé a darme cuenta cómo la morfología se apoyaba o encontraba fundamentos profundamente técnicos, funcionales y geométricos, hallándolos en las formas que nos ofrece la misma naturaleza. De esta manera la técnica, la función y la geometría fueron tres aliados que Gaudí supo ganarse en favor de su fuerza creadora. El camino del agua de lluvia, el de las cargas a soportar, así como el recorrido de la luz del sol son temas altamente relevantes en la obra gaudiniana, todos ellos relativos a la física, apropiados y valorados por este arquitecto.
LO SENSORIAL
La segunda cuestión, está relacionada a la apreciación sensible del espacio recorrido, es decir, la arquitectura en función del hombre que la habita y la recorre. Cuando este sujeto entra en juego, allí es cuando toda la materia construida adquiere significado y trascendencia. Por ello un hombre es capaz de emocionarse dentro de estos espacios creados. Citando a Sacriste: "Para que una obra construida supere el hecho material debe llegar a afectar nuestra sensibilidad, debe producir alguna emoción, y esa emoción se consigue con el dominio de los valores plásticos de la obra arquitectónica."[3] Tanto se ha hablado de la “cuarta dimensión de la arquitectura” [4] que solo quiero limitarme a poner en valor el dominio de los valores plásticos en la obra de Gaudí, que bien podría traducirse como el uso del color que tiñe los espacios por medio de la apertura a la luz del sol, las texturas que, como escenografías, remiten a paisajes naturales, las formas curvilíneas que aportan dinamicidad a los espacios y las distintas tecnologías por medio de las cuales los elementos dejan de ser simplemente funcionales, para ofrecer complejidad y belleza al edificio.
CONCLUSIÓN
Qué importante para aquel que observa y recorre obras arquitectónicas de esta talla, agudizar la mirada a medida que se va involucrando más y más con el edificio. Gaudí no se agota en experimentos con curvas catenarias y espejos[5], ni en el estudio de estructuras de origen animal y vegetal, ni en exquisitos diseños de herrería. Él es materia, pero también espíritu, son los cinco sentidos puestos en juego y la emoción que esto nos provoca. De esta manera, podría explicar las sensaciones que me invadieron al recorrer sus obras. ¿Qué ocurrió conmigo caminando por las naves laterales de la Basílica de la Sagrada Familia sino fue la conmoción de experimentar el Paraíso nada más que por un poco de luz entrando por los vitrales? ¿O en la terraza de la casa Milà donde elementos tan secundarios como las chimeneas pasan a ser protagonistas de una quinta fachada ofrecida a la ciudad? Esta arquitectura realmente me conmovió y estoy segura que muchos otros detalles habrán escapado a esta pequeña primera aproximación al buen obrar del catalán Antoni Gaudí.
[3] Charlas a principiantes, Eduardo Sacriste. 1961.
[4] Saber ver la arquitectura, Bruno Zevi. 1948.
[5] Una catenaria es la curva generada por una cadena suspendida de sus dos extremos y sometida a un campo gravitatorio uniforme. Para sus proyectos, Gaudí realizaba maquetas con estas cadenas suspendidas, y con espejos las invertía para diseñar estructuras rígidas formadas por arcos.
Arq. Merlo Sofía Clara