Diario 1, cuando regresó la ansiedad y encontró la puerta abierta:

Los autorretratos y sangrar versos, son mi catarsis desde hace un par de años. Mirá qué sencillo es retratarse desnudo cuando los ánimos están en su punto más alto, tocando el orgullo. 

¿Pero qué pasa cuando no es así los días siguientes? Nada es tan pluscuamperfecto. Y fíjate, que no te hablo del cuerpo. Te hablo del alma: Cuando algo se rompe por dentro y no queda de otra que seguirlo rompiendo. Abrazar al pecado como si fuese la primera vez, y volver a caer.

¿Vos a quién te le desnudás cuando no sos más que cenizas?
¿A cuántos reproches estás de arder?
¿A cuántas humillaciones propias estás de decir "Basta"?

Pensá
¿Volvés a nacer, o sólo te consumís?
Pensé que podría evitarla
no escucharla,
y hacerme la ausente
pero
creo que la ofendí,
cuando regresó a atacarme
con aún, más fuerza.

No hubo victorias pasadas
que valiesen la experiencia
de haberla conocido
y alguna vez,
vencido.

Parecía la primera vez,
incluso cuando la conozco
tanto,
y tan bien.

Con un reproche de más
le bastó para ahogarme
hasta perder la razón. 

La habitación es zona de guerra
creo que son las 5 AM,
mis manos me buscan
al despertar,
es sólo un reflejo
pues quiero saber si estoy completa.

En su esperanto decía:

"A veces es mejor no evitarlo,
que dañarte
jugando a ser equilibrista.

No te pido nada,
solo que sueltes,
sentenció."
He suplicando por respuestas,
en dónde las ilusiones sólo quieren rendirse
por miedo a fallar a muerte
en su apuesta,
—Y mirá que nadie quiere morir clavandose su propia puñalada.

Ya decían que dios no contesta una llamada
cuando el pánico y la dignidad que quedan sólo dicen:

"Retírate nena,
que ésto no es para vos
y te está consumiendo."

Muchas noches me he preguntado: 
¿Cuántas cosas más seguimos halando por no tener la humildad de aceptar que hemos fallado? 
Aunque hayamos hecho todo
lo mejor posible.

Y sólo por eso,
habría que verlo como una victoria.

Pero eso no es soplar
y hacer botellas.

De estos giros
solo me quedan los versos malheridos
un par de tragos amargos,
el llanto
y una que otra esperanza
agonizando con hastío
resignada al destino que le depara.

No hay reparo para los corazones malaventurados
por seguir la intuición:

A veces solo quieren morir
lo más rápido posible
sin muchas explicaciones
que les torture aun más
martillado la infame confusión.

"No te atrevas a consolarme
con la misma mano que me daña",
supliqué,
cuando
"Sólo queremos valer la pena",
mascullaban mis musas
hasta apagar
la última

luz

que le quedaba.
Textos y fotografías por Yanna Parra
Entropía
Published:

Owner

Entropía

Published: