Hace unos cuantos días atrás, no recuerdo cuantos (increíble como cuando algo te aparta de tu rutina cuesta mantener la cuenta de los días), vi la película de The amazing spider-man 2. Más allá de los criticable del enfoque excesivo sobre la relación de Peter y Gwen, de la falta de fuerza "villanezca" y el inesperado cambio de Norman por Harry Osborn, tengo que admitir que la película me gustó; mucho.
Y ese final, tan... trágico. Tan propio del pasado de un super héroe que necesita de esos lazos que los hacen débiles y que al perderlos se vuelven en puntos de inflexión que marcan su vida y su misión para siempre. Así fue con el tío Ben, y claro, con Gwen Stacy. Pero lo que tiñe de mayor oscuridad, de una máxima tragedia que me partió la nuca (digo el corazón), es que por la forma en que Peter detiene la caída de Gwen Stacy, ese freno abrupto del cuerpo en caída libre a tanta velocidad, es lo que causa que se rompa el cuello y se muera. Sí el se hubiera tirado y la hubiera agarrado, que no entiendo por qué no lo hizo, por una cuestión de peso corporal, él hubiera llegado más rápido que su red, la historia hubiera tenido otro final. Es de verdad un sabor amargo saber que Spider-Man accidentalmente mató al amor de su vida.
