En 2020-21 la pandemia de Covid19 afectó al mundo. Nos tuvimos que encerrar en casa durante meses. Esto nos cambió en cierta manera y aprendimos a valorar ciertas cosas.

 

En el momento en el que la universidad me propuso hacer esta portada, no hubo duda en qué quería hablar sobre ello. Era una oportunidad para plasmar ese momento y las sensaciones que vivimos sin caer en la obviedad. Debía ser un enfoque distinto. Una perspectiva que conectase tanto conmigo como con el mundo.

 

Al ser estudiante, tuve que estar encerrada en casa, realizando proyectos de universidad sin ir a clase. Echamos de menos ir a clase e aprender en las aulas.Pero sin alumnos en ellas, ¿cómo estarían las aulas? Eso fue el detonante de la idea.

 

Quise mostrar cómo después de un año, casi dos, de pandemia las aulas se encuentran vacías. La naturaleza ha empezado a envolverlas y a mimetizarse con el entorno.

En el periodo de cuarentena, el planeta lo agradeció, y quería reflejar también esa belleza de cuando no estuvimos y pudo volver a nacer y crecer a su antojo, en sitios de lo más inhóspitos. Una portada agridulce en la que vemos vacío pero también belleza.

 

Espero que os guste!